viernes, 20 de marzo de 2015

¿Quiénes son los encargados de los mensajes por el Día Mundial del Teatro 2015?

Diego La Hoz

Director, dramaturgo y pedagogo teatral autónomo.  Fundador de EspacioLibre, grupo teatral que desde 1999 construye un espacio para la creación escénica en libertad con incidencia en dramaturgia propia y peruana.  Es miembro de la Asociación de Investigación y Crítica Teatral Argentina (AINCRIT) y parte del equipo consultor de las Revistas Digitales “Teatralidades” (Estados Unidos) y “Dramateatro” (Polonia). Ha recorrido con trabajo gran parte del país y Latinoamérica. Siendo México, Argentina y Ecuador, algunos lugares donde su nombre y el de EspacioLibre se consideran como referentes para nuevos creadores. En 2008 crea El Encuentro Del Barranco, dedicado a convertirse en un espacio de intercambio con grupos pares de diversas partes del continente. En 2009 recibe el reconocimiento del Movimiento de Teatro Independiente del Perú como uno de los “Nuevos Hacedores del Teatro Peruano”. Enfocado actualmente en el proyecto Casa EspacioLibre de Barranco. Lugar que acoge no solo obras teatrales de diferentes lugares del mundo con entrada liberada y salida solidaria, sino también un proyecto de formación escénica permanente en el que la experimentación y el contacto con el espectador generan el calor de hogar necesario para que el arte cobre sentido.

Krzysztof Warlikowski 

Director teatral polaco, creador y director artístico del “Nowy Teatr” (Nuevo Teatro) en Varsovia. Nació el 26 de mayo de 1962. Ha recibido múltiples premios durante su carrera artística. Estudió historia, filosofía y lenguas romances en la Universidad Jagiellonian y además filosofía, idioma francés y literatura en el “Ecole Pratique Des Hautes Etudes” en la Sorbona. Se graduó en dirección en la Academia de las Artes Dramáticas Ludowik Solski en 1993. Uno de sus maestros fue Krystian Lupa. A inicios de los noventas, Warlikowski trabajó por un tiempo como asistente de Lupa. Conoció y aprendió de artistas como Peter Brook, Ingmar Bergman y Giorgio Strehler.

Mensaje Nacional por el Día Mundial del Teatro 2015

“Tanta es nuestra pereza intelectual que estamos cómodamente sumidos en el congelado esquema de una quimera” S. Salazar Bondy

En 1961 el Instituto Internacional del Teatro (ITI) proclamó el 27 de marzo como el Día Mundial del Teatro. Celebración que hasta hoy -y creciendo- se realiza en un centenar de países con un mensaje global que nos reúne alrededor de la voz de un reconocido teatrista y los teatros del mundo. Sin embargo, cada centro del ITI designa un representante local para darle mayor relevancia a esta fiesta. Con esta tarea aparecen todas las preguntas que uno debe formular para darle dignidad y sentido nacional a un mensaje dirigido -en esta ocasión- a la comunidad teatral del Perú. Pienso que es un gran momento para hablar de “nuestras cosas”. Pienso también que estas breves palabras no alcanzarán y el papel, en este caso, no lo aguantaría todo. Sí pues, somos complejos. No nos mintamos. Ser conciliadores, inclusivos y políticamente correctos tampoco sería un mensaje sincero. Nuestros míticos intentos por definirnos son de tal magnitud que nos hemos creído varios cuentos. Lima sigue siendo el ombligo colonial del Perú. Pero felizmente, no es el Perú.

Como diría Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. De eso tenemos bastante. Imaginemos por un momento un país que escucha, que no olvida, que abraza la diferencia con amor y sobre todo con autoestima renovada. Haciendo honor a la “cerviz levantó” de nuestro Himno Nacional. Quizá otra sería la mirada de los que andamos las calles con el apuro de los días y la insoportable bulla del asfalto. Quizá no tengamos que inventar movilizaciones cívicas todas las semanas por reclamos cada vez más absurdos que solo levantan polvo para tapar alguna zanja maloliente. Quizá podamos confiar en que nuestros hijos e hijas vayan a una escuela libre y gratuita sin temor a ser maltratados. Quizá nos enfermemos un poco menos. Quizá otros serían nuestros sueños y otras nuestras preocupaciones. Quizá podamos imaginar que la cultura también cura el hambre de un país ancho y mayormente ajeno.

Es cierto que la esperanza es lo último que se pierde. Aunque perdamos la cabeza cada fin de mes. Es cierto. Estas pequeñas certezas nos hacen humanos. Nos vinculan en un solo grito. Nos regalan  utopías y nos devuelven la vida. Todo es fuente creativa. Todo puede ser teatro. Bueno o malo, no importa. Mucho más ahora que nuestras palabras son usadas para “infinitos escenarios” del cotidiano. Y actores hay por montones. Los vemos en los noticieros todos los días. Exhibiendo como pavo real su dudosa cordura. Su llantito que resuena como letanía al Cristo Morado. Y claro, parece que espectadores hubiera a borbotones, pero la realidad dice lo contrario. Mucha vitrina para pocos observadores. Aplicado a nuestras salas teatrales es más fácil reconocerlo. Pero, ¿estamos haciendo algo al respeto? ¡No! Ninguna butaca se llena sin crearle conciencia sostenible al visitante. El éxito de afuera no garantiza el éxito de aquí. No somos la capital del futuro. Aún no.

El reto está en alumbrar una nueva raza de actores.  Actores y actrices sin máscaras. Con impoluta sinceridad para obtener el privilegio de mentir en el escenario usando la realidad como insuperable. Tarea difícil. Tarea urgente. ¿Qué debemos celebrar entonces un día como este? ¿Qué debemos celebrar todos los días? ¡La verdad! Ese teatro que apuesta por ser honesto sin bajarse los pantalones. Ese teatro que se gesta en la calle y que reclama su calle. Ese teatro que entretiene pero que señala con el dedo las cicatrices. Ese teatro que señala pero que no oculta su buen humor. Ese teatro que se hace detrás de los telones. Con luz de día. Con luz de salón de clases. Con luz de casa. Ese teatro que no teme levantar la voz porque sus patrones le patean el trasero. Ese teatro que no necesita bolsa de viaje, ni grandes edificios para hablar de su entorno. Ese teatro que no llora sobre la leche derramada porque es capaz de ordeñar todas las vacas del mundo. Ese teatro que no “necesita” el aplauso porque se da espontáneamente como un regalo de los dioses. Ese teatro que sí “necesita” el aplauso aunque venga incluido en su impagable entrada. Ese teatro que no compite con su propia sombra, ni se recuesta a la sombra de un poderoso funcionario. Ese teatro que se da la mano, que se besa con ternura y que convive con el otro para re-conocerse a sí mismo.

Recuerdo a Sara Joffré -en una ilustre ceremonia de una universidad trujillana- decir mientras rechazaba un reconocimiento público: “Este país está enfermo de aplausos”. ¿Entonces qué pensar? Simplemente, pienso, celebremos la verdad. Celebremos la vida. Celebremos nuestros teatros del Perú en toda su anchura multicolor. ¡Ha llegado el momento de reinventarnos y hacernos cargo de nuestra historia sin vendas en los ojos! ¡Celebremos la esperanza! ¡Celebremos! ¿Celebremos?

Diego La Hoz

Mensaje Internacional por el Día Mundial del Teatro 2015

Discurso del director polaco Krysztof Warlikowsi para el Día Mundial del Teatro 2015  

Los verdaderos maestros del teatro generalmente son encontrados fuera de los grandes escenarios y muchas veces tienen poco interés en interpretar el teatro como una máquina que reproduce lugares comunes y clichés. Ellos tienden a buscar la verdad, esa pulsante fuente de corrientes vivas que muchas veces va más allá de los espectáculos y de cientos de espectadores que se empeñan en reproducir y copiar la realidad de un mundo sin contenido, en vez de crear mundos que estén basados en el debate con el público incluso sobre las emociones que brotan a flor de piel. Y no hay mejor forma de revelar las pasiones ocultas que con el teatro.

Muchas veces uso la narrativa como una consejera. Día a día pienso en escritores que hace casi cien años anunciaron de manera profética, pero serena, el ocaso de los dioses europeos; ese crepúsculo que sumió a nuestra civilización en una oscuridad que aún no ha sido erradicada. En ese momento llegan a mis pensamientos Franz Kafka, Thomas Mann y Marcel Proust e incluyo en estos profetas al contemporáneo John Maxwell Coetzee.

Su unánime sentido del fin del mundo, no del planeta sino de las relaciones entre los seres humanos que lo habitan, del orden y la agitación social, hechos conmovedoramente actuales que nos afectan a nosotros, que vivimos después del fin del mundo; que vivimos enfrentados a crímenes y conflictos que surgen en tantos lugares y de manera tan rápida que ni siquiera los omnipresentes medios de comunicación pueden seguir su ritmo. Estos sucesos crecen ágilmente y pierden rápidamente el interés de la prensa, condenándolos a desaparecer.

Por eso nos sentimos impotentes, horrorizados y confinados. Descubrimos que ya no podemos construir torres y murallas para defendernos y éstas, en vez de protegernos lo único que hacen es consumir gran parte de nuestra energía vital. Ya ni siquiera tenemos la fuerza suficiente para mirar lo que existe más allá de esos muros. Y eso es exactamente el por qué el teatro debe existir, para observar con detenimiento dentro de lo que está prohibido y de allí extraer su fuerza.

El mito busca explicar lo inexplicable. Porque está basado en una verdad, debe finalizar en lo inexplicable. Así es como Kafka describe la transformación del Mito de Prometeo. Creo firmemente que estas palabras también deben describir el teatro. Y este teatro, el que está basado en la verdad y encuentra su fin en lo más explicable, es el que deseo para todos sus cómplices, los que están en el escenario y los que están en el público. Y lo deseo de todo corazón.

Krysztof Warlikowsi